Lo se lo se lo se lo sé y lo siento. No he posteado desde hace un buen, ni he subido podcast. Pero la escuela estuvo pesada, de a devis. Pero pa que no se aburran, les dejo un capítulo de los changos, que andan emocionados por este nuevo capítulo. disfrútenlo, buena vibra.

Capítulo Ocho; La guerra Invisible

Hallábame viajando en microbús en compañía de mi cuate Malcom –tan raro y tan negrito como su nombre- y si existe una palabra que sobrepase el aburrimiento yo creo que la diría ahorita, pero no me la sé. Un güey todo loco hasta adelante se alucinaba no sé que cosa junto al chofer; el chamaco chillón que iba a su lado se reía de él con esas risitas tan agudas que te dan ganas de callarlos a zapes. En una parada de emergencia del micro, el loco salió volando pa´delante y le pegó a una ñora, ella se volteó y le dio unos bolsazos, pero ese guey iba en su viaje y parece que ni le dolió, el chavito siguió riéndose y los changos se despertaron más tempra que de costumbre Me cae que son un buen de macacos.

Una fila de viejitos sentados del lado derecho cabeceaba de un lado pa´l otro. “Ches rucos, pegan el sueño bien cabrón”, pensé y un chango me respondió bostezando “Siii güey, mejor préndete un gallo pa´ no dormirnos”. Pero era muy de mañana todavía y mejor no lo pelé. Tons le dije al Malcom:

¿No crees que deberían poner tele en el micro?, pa´ no aburrirnos.

Si no ponen timbre guey, ¿no quieres que pongan cable?

No se pase de lumbre si no quiere que le aplique la voladora ¿eh?, yo nomás decía, qué tal si sí.

Ya ya ya, cálmate, hablando de voladoras y de la telera, ¿viste en las nius lo del cuate que mataron en el centro?

Simón, lo del pleito de ambulantes¿no?

Ese mero, ¿pero ambulantes? Nanai

Tons, ¿qué eran?

Pus eran dilers

Ah, ¿y eso qué es?

Pus dilers güey, pinche Yoni me cai que estás re mal.

Pus háblame en español y sí te entiendo güey. “Yo sí le entendí che ignorante, te digo si te prendes un gallito, así, chiquito, nomás pa´ alivianar la mañana” Dijo un chango todo desesperado, pero neta que yo soy decente y tan temprano no prendo pasto. Tons el Malcom me respondió.

Oh cabrón, uno que trata de meterte la cultura gringa a la cabezota y tu que ni sabes

Ya ya, qué es eso

Pus yerberos, o polveros, narcos pues

Cha, ¿tú que sabes negrito?

Pus yo vivo en el centro

Ah neta, ¿y no viste nada?

Pus cómo no, si fue a dos cuadras de mi jaula

Órale negro, pus en qué parte del center vives

¿ves que está el zócalo?

Simón

Y ves que atrás está una callesota?

Simón, 16 de septiembre, ¿no?

Ésa, bueno, ésa no es

Oh, ¿no te digo moreno?

Ya, deja te explico. Llegas al centro y preguntas por Santo Domingo

Donde venden diplomas y hojitas pa´que pases la prepa ¿no?, ahí trabaja mi hermana la Moni

Ahí mero, ahí trabajo yo tambor. Te metes en el segundo edificio, preguntas por…

Bueno bueno ya sé dónde es, luego me dices, mejor cuéntame cómo estuvo eso del muertito

Pus yo pasé cuando estaba lo más punk, pero por lo que me contaron...

Volteé a ver a la gente de la micro y en vez de ir cabeceando tochos andaban con la oreja bien afilada escuchando al negrito. Nomás el güey loco ese iba peleándose con la ruca de las bolsas. De ahí en fuera, hasta los changos dejaron de molestar tantito mientras hablaba el Malcom.

-El Chaparro es uno de los más pantera en lo que se refiere a poder allá adentro, y pues a un güey ambulante que no halló lugar se le ocurrió plantarse en el garach del chaparro y uno de sus monigotes tenía que sacar una nave, el ambulante no quiso moverse y que se arma la campal.

Órale, ¿y tú qué viste?

Pus cuando yo pasé vi al chaparro sacando su telefonito, de esos coreanos todos chidos que se marcan solos, habló con alguien y a los cinco minutos, si no es que antes, porque yo me lancé por unos tacos de chuleta a la vuelta para ver la campal, llegan unos monos bien locos en moto con tubos y que se ajustician bien chido al ambulante.

¿Y los demás vendedores?

Pus que se lanzan al rescate y todos contra todos, menos el chaparro; ése nomás esperaba que se le acercara alguien pa´sacar el cuete y vaciárselo.

Para ese momento hasta el chofer iba oyendo y de vez en cuando veía por el espejito al negro hablando. Los changos hasta se sentaron y dejaron de brincar a lo loco como siempre, iban bien atentos al negrito.

-Entonces ya después de un rato de darse duro, llegaron los granalocos y ¡sobres!, todos contra los polis. Por la esquina salió un camioncito y empezaron a salir más y más tiras, como ratas. Cuando nadie se lo esperaba se asomó de una ventana un guarro del chaparro con un rifle bien grandote y así nomás le apuntó a alguien y…

Se escuchó un ruido en el camión, una de las ventanas del frente se empezó a cuartear y como si fuera cámara lenta se cayó en pedacitos, junto con unas monedas que de seguro fueron las que lo rompieron. El pinche loco que venía peleándose con la ruca hace rato estaba abajo riéndose del hoyote que le había hecho al micro. Pinche ciudad de locos.

“¿Y luego? Qué pasó con el güey del rifle, que le siga, que le siga”, gritaron los changos que empezaban a desesperarse. Tons ya le dije a mi cuate:

- ¿Y qué pasó Malcom?

- Pus se quebró al ambulante. En menos de que me acabara mis tacos todos se pelaron. El chaparro fue el primero, en un carro negro junto con los de las motos, luego los granalocos y al final se esparcieron por todos lados los vendedores. Llegó ya después una patrulla y un montón de mirones, una ambulancia apenas podía avanzar entre los puestos. Se llevaron el cuerpo y cuando empezaban a interrogar a todos los que andaban cerca, pus me escurrí a la tranquilidad de mi jaus.

Qué feo- dijo una señora- y en la tele no dicen nada de eso, dicen que fue pleito de ambulantes, nomás mienten.

Pus así como se los cuento, así fue- Dijo el Malcom, pero no namás pa´mi, sino como final pa´ todos los que venían en el micro.

Bueno, mi Malcom, ya les soltaste la sopa, ahora que suelten una lana, ¿no?

Neta, pónganse la del puebla.

Y como magia de brujo de Catemaco, todos se voltearon a su lugar y el chofer prendió el radio.

- Lo que sí no les conté es que en el zafarrancho ese vi un caballote güey, bien pinche grandote. Negro como él solo, pero no vi al que lo venía montando. Pero atravesó corriendo la calle, sabe qué rollos con ese cuate- Me dijo el Malcom con voz bajita

“Tu cuate está bien zafado, como el que rompió la ventana, eso del caballo qué. De seguro se lo fumó el güey, y hablando de fumadas, ya préndete uno, ¿no mi buen?” dijeron los changos y no me quedó otra que prender un gallito pa´ mi y compartirlo, como las buenas historias, con mi cuate el Malcom.