sábado, enero 20, 2007

Sé que lo he prometido millones de veces, y posiblemente no me crean esta vez, pero PROMETO NO ABANDONAR EL BLOG A SU BENDITA SUERTE! Gracias a todos los que lo visitan de vez en cuando. Para todos ustedes, los changos vuelven de vacaciones más locotrones que nunca. Abrazos, buena vibra pa todos en este nuevo añejo. Salut!

Mi primo el nano

El domingucho pasado cayó a mi cantón mi primo el nano. El güey se pasó tres añejos recorriendo la sudamérica y nos contó cómo le fue. “No seas güey Yoni. Chale, apenas empiezas a hablar y lueguito lueguito se te sale lo menso, no se dice la Sudamérica, nomás se dice Sudamérica” Me dice un chango todo sabiondo y le contesto “Oh bueno me entendieron ¿no? Pinches macacos alzados, si cuando fuman ni se fijan en pequeñeces”. Ya pues, total que el nano anduvo de vago por todos aquellos bulevares; empezó en Chiapas, ahí en el meritito Sancris y así se fue caminando hasta l´Argentina. “No seas mamón Yoni, ora sí te la volaste carnal. Mira que una cosa es que fumes y veas pitufos y caballos negros y otra cosa es que el nano ese se haya ido a pata de aquí hasta hasta allá. Tu te has de meter chochos pinche atascado; esos sí son vicios que destruyen carnal; mejor préndete un gallo y deja de decir esas madres” Me regaña un chango como si fuera mi jefecita y luego luego le digo ”Oooh qué mico este, nomás uno les quiere contar algo y ¡sobres! Se la hacen de jamón. Pero por andar de revoltosos qué creen, nanai que prendo un gallo, ora se soplan la aventura del nano”. “Nel, sóplate esta pinche Yoni” “Bájele chango o si no orita mismo me lo reviento”. Neta que aunque parezca increíble, chango de poca fe, mi primo se fue hace cuatro años a puro patín. Se dormía en la carretera y en los pueblitos que encontraba. Comía y todo, pero no mucho; me contó que cuando llegó al Salvador ya las andaba dando y pus nomás la bachita que traía en la mochila le ayudó. Pero cuando pisó Panamá ¡no mames!

“No mames qué no mames qué”
Nooo mames, de veras que no mames
“¡Oh bueno qué güey!, ¿nos vas a decir en Panamá qué o ya de plano se te olvidó?”

No pus según el Nano de ahí a la Patagonia se fue en chinga sin descanso. “Ah cabrón, ¿pus qué le dieron allá Yoni?” me preguntó un mono todo intrigado. “Pus lo que le dieron, mi querido mono, fue un paquetote de varios kilos de mois, pero de allá. Una yerba medio rara, que según mi primo huele bien distinto. Pero se puso un viajesote el güey que ni con hongos, me cai”.

“Ay sí, muy chida la mota esa ¿no? Y por qué no te trajo aunque sea un churrito el pinche farolón ese. Si estuviera tan buena te hubiera dado un restito pa´ ponernos igual. A mí se me hace que se lo agarraron por ahí los maras pa´ darle y el nano del pinche susto que le dieron se peló”

“Nel nel nel changos, por qué creen que les ando contando todo esto” les dije, “acá está la mera mera; nomás que se ve como muy oscura.”

Y luego luego los changos pachecotes “presta presta Yoni, ya no pierdas tiempo y quémala” Y yo que soy más responsable que ellos que les digo “nel, pero esa cosa es potente, mejor nomás un churrito chiquito pa´ todos y ya vemos qué tal pega” Pero pues ya sabrán que los changos son un chingo y cuando se trata de fumar no se resisten y entre todos prepararon un purote que aunque hubiera sido de mota normal nos hubiera puesto bien lejos. Pero pus ya estaba prendido y le dimos todos el toque. Y la cosa no iba mal, quemaba un poquito la garganta, se subía a la cabeza y lo único distinto es que dejaba un sabor como acidito en la boca, como si fuera limón o algo así.
Pero como a los diez minutos empezó la de a de veras. Un chango, botado de la risa empezó a dar vueltas alrededor de otro y le gritaba “Che maricón, así te ves bien, chango puñal” Y se reía como loco. Pensamos que era parte del pasón y que chance y no había comido bien. Tons, pus pa´ reirnos todos le preguntamos qué le causaba tanta gracia y contestó “¿pus qué no lo ven?” señalando al chango al que rodeaba “se puso todo rosita; desde las orejas hasta la cola, ¿aquióra te pintaste carnal? Tons me le quedé viendo todo raro porque pus si pensé que había quedado mal de la mota pero cuando volteé a ver al otro chango, al que señalaba, por Bob Marlei que me escucha en Jamaica que era todo rosita. No un rosita muy jotón, pero sí desde la choya hasta la cola. Y nos dio un chorro de risa un rato, incluso él se andaba riendo del color de su panza, pero el pedo no acabó ahí. A los diez minutos otro chango se había pintado de rosa; y los dos tenían ese olorcito a limón de la mota, como si se hubieran tallado con maestro limpio. Tons se hizo una fiesta y quemamos más mota panameña y luego a los cinco minutos otro chango se puso rosadón, y luego otro y otro más. Desde los chiquitos que aparecieron hace poco hasta los más rucones, con todo y barba. Traía yo a mi banda, sentados en el sillón, todos rositas. Y si de por sí son chistosotes cafecitos como son siempre, de multitud y en rosa estaban cabrones.

“No mames Yoni, apaga esa madre orita mismo” dijo un chango asustado rascándose la cabeza, “porque el sillón se está poniendo rosa güey” Y sí, a huevo, poquito a poquito se iba coloreando de rosa el mugre sillón. Apagamos en chinga la bacha de allá, pero era demasiado tarde. En cinco minutos la alfombra, la mesita donde preparamos los churros, toda rosa. Tons pus aunque seas muy pacheco poquito a poquito empiezas a erizarte. Otros cinco minutos, la tele, y los monitos que estaban pasando, ROSAS. Sillas, cuadros, fotos, vasos, refri; todo rosa. Rosa el agua, changos con pulgas rosas. “No mames Yoni, ya me asusté, chance y si te prendes un gallo de los que sí conocemos de acá se revierta el efecto” Me dijo un chango esperanzado y le contestó enojado “No seas cabrón mono, ¿ves que se están yendo los colores de todos lados y nomás piensas en fumar? Mejor ayúdenme a pensar cómo paramos esto de a de veras”. Fui al baño y pus pa´ qué les hago larga la lista, el espejo rosa, clarito, pero rosa, el lavabo, la cortina del baño, los azulejos, la taza, de paso pus me senté a pensar y por si lo iban a preguntar, sí, rosa el papel y el agua y los macarrones también; neta que sí saca de pedo eso, ver rosa hasta aquellas moles. Tons salí y no pensaba nada, caminamos afuera de la jaula y las banquetas rosas, luego un carro rosa, pero creo que ese sí era normal porque lo venía manejando un joto. Pero a los dos minutos todos los carros que pasaban rosas, y las luces del semáforo rosas. Tons se hizo un requetedesmadre porque pus como no había verde ni rojo todos se pasaban viendo el rosa. Y pus uno se preocupa cuando a raíz de una fumada la pachequeada se sale de control y afectas a los que ni fumaron. Los changos desesperados corrían pa´ todos lados y conforme se colgaban de los postes y ventanas todo se coloreaba más rápido. “Yoni, háblale al nano pa que te diga cómo se apaga el rosa, en chinga” Me dijo el chango más nervioso, pero pus aunque no era mala idea el nano ya iba de camino a Europa ahora; estábamos solos, bueno solos y el rosa. Pasaban los tiras y los rucos, un güey en un caballote rosa, limpiavidrios, las putas y los niños, rosas todos los cabrones. Mejor nos recargamos en una pared pa´ no hacer más grande el desmadre y no pintarrajear más esto, pero seguía. Luego las nubes se pusieron rosas y empezó a llover. Tons pensamos que con la lluvia se iba a lavar todo y nomás no, caían gotas rosas y entonces todo se empezó a ir al carajo. Cuando el sol se puso rosa y desde arriba nomás caía una luz rosita que ponía todo en tonalidades así supimos que solo había una cosa qué hacer.

“Te lo dije Yoni, era lo que había que hacer desde un principio” me dijo el chango de hace rato. Sacamos el churro que guardamos en la alacena en caso de emergencia, ese todavía estaba verde el cabrón, y les juro que aunque tuviera basuritas y estuviera medio húmeda la yerba me la hubiera fumado con gusto. Fue un desmadre pa´ prenderla, porque pus el encendedor sacaba una pinche flamita rosa y no calentaba ni madres. Los cerillos, que tienen la cabecita roja pa´ encender de volada nomás nada, rositas. Tons los changos, como todavía traen lo primitivo en las manos, agarraron unas piedras y con chispas hasta que se prendió el pinche gallito. Le di yo, por ser el más grande y experimentado, el primer pasón y me supo tan pinche rico como si le hubiera puesto vainilla. Luego los changos le dieron el toque y conforme el humito se iba esparciendo olía cada vez menos a maestro limpio y las cosas se ponían de su color otra vez.

“Está funcionando Yoni, a huevo, deja le doy un peguesote para colorear chido por allá” dijo un chango y se csrgó de mota para repartirla por la casa. Los demás bien contentos todos pachecotes en la calle a devolverle el color y ponerle en su madre al rosa. Ahí andábamos de acá pa´llá fumando en la esquina y junto a la gente, junto a los tiras, que ni nos vieron a través de sus lentes rositas, un güey en un caballote negro, luego junto las putas rosas, y a los escuincles rosas.

Nos tardamos un buen en la azotea echándole mota a las nubes y al sol, nos acabamos toda la reserva de la casa, hasta la que planté en la jardinera. Pero pus cuando estuvimos más tranquilos regresamos al cantón y pintamos de colores la tele, la alfombra, la mesita donde preparamos los churros. Luego el sillón y por último cada chango se puso otra vez del cafecito mugrosón del que son de verdad. Ya empezaba a hacerse de noche y todo se pintaba con las sombras más oscuro, pero lleno de colores. Volteé a ver a mis changos, tan normales y piojosos como siempre y sonreí. Cerré los ojos un poquito cansado hasta que, todo erizo, me despertó de madrazo un olor a maestro limpio. En la esquina, escondiéndose pero bien grifo, un chango había prendido otra vez esa madre panameña.

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