lunes, noviembre 05, 2007

Cosas absolutamente minúsculas (o no tanto) que te hacen abrir la boca.

  • Que te roben en un asalto de película chafa mexicana no uno, ni dos, sino tres celulares y, con los nudillos dolientes, caminar por Tlatelolco incomunicado y con algo de coraje pero lleno de una libertad dulzona, de ser irrastreable, de no existir para los satélites ni las compañías de teléfonos, ni para nadie.
  • Que una maraña de cabellos rizados y un puñado de dulces y risas te convierta en el poseedor absoluto del gruv en todo San Ángel (en todo el mundo, yo creo).
  • Que una banda de séis integrantes utilice como veinte micrófonos (Sin contar los de la batería) y se de el lujo de tocar con máscaras de luchador y atuendos afro, la salsita más rica que la ciudad ha escuchado en años.
  • Que, después de perder los tres teléfonos de un costo imperialista relativamente alto, en lo único que pueda pensar para lamentarme de ello son las notas de cuentos que perdí y, más aún, los mensajes cortos que me mandaste, querida, desde la primera vez que, siendo todo y siendo nada, comenzamos a matarnos a letras. Y todavía tengo ganas de sonreír y notar que Tonatiuh amaneció con más galleta hoy. A huevo con este día.
Abrazos con pulgas, plátanos dominicos para todos. Vibra. chau

2 comentarios:

drneon dijo...

coincido contigo en el asunto de vivir libre sin celular, hay quien dice ¿Cómo puedes vivir sin cel? Pues libre!

Pero también comparto la onde de perder los mensajitos de texto, esos que te llegaban a media noche con un simple"duerme con los angelitos" y que valia mas que el mismo aparato.

Sandra Becerril dijo...

Cuando me pasó, me dolieron también los mensajes que traía... y el orgullo!

Besos y excelente semana!